sábado, 21 de diciembre de 2024

BUSQUEMOS EL CAMINO DE LA PAZ HONESTAMENTE

 


Alberto Conde Vera

Llega el final del año y con él un notorio incremento de la sensibilidad social en muchas personas. Tal vez, pienso, en la mayoría. Hay quienes deseamos que este fuese un fenómeno permanente, cotidiano; más, debido a la azarosa historia que constituye nuestro rastro, desde que nacimos como nación, somos, por el contrario, una sociedad muy violenta.

Ahora, en este tiempo de navidad, nuestras tradiciones nos llevan a meditar sobre cómo mejorar las condiciones de vida, no solamente desde el punto de vista personal, sino también social. Evidentemente no se trata de la igualdad, porque tal objetivo es prácticamente imposible de lograr. Es cierto; no hay modo de que seamos iguales, salvo cuando se trata de los derechos y de la ley. Pero nuestras vidas y nuestros modos de ser y estar en el mundo son diferentes.

Bendita diferenciación esta que nos exige aprender a vivir, en medio de lo diverso, como viven todos los seres que constituyen lo que llamamos, la naturaleza, y de la cual, en un acto de soberbia nos excluimos. Lástima que al hacer esta exclusión hayamos convertido esa naturaleza, de la cual somos parte, en un simple recurso del que creemos que podemos abusar sin límites y que al mismo tiempo - por esa misma razón-, también algunos consideren a los otros miembros de nuestra especie, un recurso más al que pueden maltratar. Y esta percepción no es cualquier cosa, puesto que de ella se deriva el sentimiento de inferioridad y la desvalorización del propio yo de quienes han sido marginados, subestimados y aislados, como si fueran un estorbo. Y sostengo que esta percepción de sí mismos no es cualquier cosa, puesto que a ella está ligada la violencia. Si alguien no se ama, si peor aún, se auto desprecia, la vida para ese ser humano, no será un valor, no será algo digno de conservar, proteger y mejorar. Por el contrario, la muerte le será más atractiva, será su camino de liberación y a la vez de realización. Matar, en tales medios y condiciones, da prestigio y gana respeto. Triste y absurdo, inhumano, pero así es.

Afortunadamente, aún quedan espacios y campos de relacionamiento en los cuales las cosas se miran de otra manera y de los que podemos aprender. Se trata de nuestros ancestros; de las comunidades indígenas, que aún mantienen relaciones de respeto con las energías del cosmos y con la misma naturaleza que es su hábitat. Se trata de entornos en los cuales la vida, en todas sus manifestaciones, es aún considerada como el valor supremo, junto a las Energías que ellos utilizan para curarse, para fortalecerse. Energías que les enseñaron a convivir en paz entre ellos, consigo mismos y con el resto de la naturaleza, hasta donde las necesidades de alimento y conservación de la vida se los permite. Ese aprendizaje de la convivencia en medio de la diferencia, es un aprendizaje que necesitamos hacer con la mayor rapidez posible. Y el primer punto que debemos aprender es que la diferencia no debe conducir a la guerra. Que la ley del más fuerte es una ley de los inconscientes, de los que creen que el mundo gira alrededor de ellos y, por tanto, creen tener derecho sobre todo y sobre los más pobres.

Al contrario, se trata de aprender a vivir en esa diferencia, puesto que, en los únicos seres dotados de inteligencia creativa y transformadora de realidades, (los humanos), las diferencias se profundizan en relación con las historias de vida y las experiencias vividas. Precisamente por eso el culto a las deidades, y la religiosidad, no pueden estar separados de la experiencia vital, creativa y amorosa de la humanidad. Yo puedo dar testimonio de eso, puesto que llevo 23 años luchando contra un cáncer y Dios ha sido mi principal medicina, -sin desconocer la importancia y la ayuda de los médicos que de hecho agradezco profundamente-. Dios es, -pienso yo-, la luz, la energía vital que todo lo constituye, como asegura Baruch Espinosa. Dios es libertad, comprensión y respeto; por consiguiente, eso es lo que espera ver en nosotros, los humanos. Así que, no debería ser posible estar con Dios, desconociendo a un alto porcentaje de la humanidad.

Contrariamente, para muchos, Imponer es la más fácil de las maneras de tratar la diversidad. Según esta manera de ver las cosas, todos deben pensar y actuar conforme a una teoría, o a un planteamiento, o a una manera de entender la vida en sociedad. En eso consiste la convivencia, según algunos que han sido históricamente reconocidos como fascistas. Y también para otros, los comunistas, quienes convencidos de que eran poseedores de la verdad única e indiscutible, llevaron la uniformidad a extremos insoportables. Existen también quienes piensan que la vida es exclusivamente competencia; y suponen que esta competencia los autoriza a desconocer lo que debería ser la característica fundamental de lo humano: la solidaridad y la compasión. Se trata de los capitalistas.

Es relativamente fácil caer en cualquiera de esas modalidades de vida: basta con declararnos salvadores de la humanidad y condenar a la privación de la libertad, a todo aquel que piense diferente; o simplemente transformamos a los otros en un recurso del que podemos disponer libremente, como lo hacemos absurdamente, con la naturaleza de inteligencia inferior a la humana.

Hay otra manera, digamos, un poco más sutil. Y es declarar que si somos mayoría podemos hacer lo que nos parezca, independientemente de la importancia de las personas y los planteamientos o las ideas que los divergentes defiendan. La verdad se vuelve una cuestión cuantitativa. En resumen, se trata de no escuchar lo que el otro o los otros expongan. Se trata de imponer por la fuerza lo que piensa la mayoría sea o no conveniente. Y, excepcionalmente, también hay minorías que, so pretexto de tener la “razón”, buscan imponer “su verdad a los otros”, por la vía de las armas y el terror. Un buen ejemplo son los alzados en armas y algunos magnates del capitalismo.

Creo que todo esto sucede en nuestro país.  Y en eso la crianza y la educación juegan papel importantísimo. La pregunta que nos ubica en este marco de análisis es la siguiente: ¿Para qué y cómo nos educamos y qué experiencias debemos vivir? Una experiencia, según Foucault, transforma vitaliza, alienta. Pero para el común, la cuestión es prepararnos para “ser alguien”; como si ya no fuéramos alguien. Es decir, que el único camino que nos convierte en “alguien” es la academia. Pero entonces, el ser, las cualidades personales, las formas de relación, los sentimientos, los afectos, las pasiones, ¿qué importancia tienen? ¿Y si por la cusa que sea no pudimos estudiar, seremos nadie? O ¿es acaso que el único medio de conocer es el occidental? Sin duda, el saber, la formación académica es una ayuda para guiarnos en nuestras relaciones con el mundo objetivo y con las personas. Pero no es ni lo único, ni lo más importante, y tampoco puede convertirse en el instrumento de la objetivación, o el sometimiento de los otros.

 Nosotros, los humanos, intentamos siempre guiarnos por una razón; pero, ¿qué razón es esa? Debería ser la que nos indique la mejor forma de vivir en paz, en un ámbito de respeto, en el marco del amor, tal como lo han concebido todos los grandes sabios de la humanidad. O, ¿tal vez nos equivocamos y la razón sería aquello que induce en nosotros la aplicación de la ley del más fuerte, como entre las fieras de la selva? El marco de la competencia, de la guerra contra el otro, no se relaciona, para nada, con esa manera de entender la sabiduría de los grandes guías espirituales de la humanidad. ¿Se trata en la dominación de una ley natural o de un deseo circunstancial? Este es el punto: ¿Vinimos al mundo para competir? ¿Será verdad absoluta que la competencia es la madre del progreso? En algún momento de la historia de la humanidad, la fuerza fue el elemento fundamental para la supervivencia de nuestra especie. ¿Hemos avanzado tan poco en nuestro desarrollo humano y tecnológico, como para que ese factor siga siendo el fundamental? Si no fuera por los tres valores fundamentales que según Silo mueven a la humanidad, (poder, dinero y prestigio)[i], es decir, si no fuera por la constitución de un ser competitivo, interesado fundamental en colocarse por encima de los demás, ¿podría existir la competencia y tendría sentido la guerra? ¿Debe ser la fuerza bruta, -es decir, la capacidad para imponer y dominar-, aún hoy, el fator decisivo, en las relaciones de poder? ¿Seguimos en las mismas después de 21 siglos de existencia? Estos, y muchos otros interrogantes que incitan a la divergencia, deberían ser fundamentales en las discusiones acerca de cómo encontrar un modo más estético, ético, decoroso y humano de convivir.

Pero también cabe otra pregunta: ¿es verdad incuestionable que la convivencia pacífica, estimulante, halagadora, solamente es posible en el comunismo? ¿No existen otras formas de convivencia pacífica y estimulantes de la creatividad, de la inventiva, del desarrollo personal y social que estos dos modelos (capitalismo o socialismo), cuyo fracaso, en el propósito de humanizar la vida y hacer de la convivencia un placer, es evidente? Podríamos y deberíamos mirar con más respeto los modelos indígenas, o el modelo que proponen los nuevos humanistas, por ejemplo.

Se necesita, es verdad, la construcción de un nuevo modelo social, sin eliminar el sector privado de la economía, porque no es esta la razón de la ignominia que grandes sectores de la población del mundo viven. El determinismo económico debe y tiene que ser cuestionado. ¿Somos como somos a causa del modelo económico, o, por el contrario, el modelo económico es como es, a cusa de nuestros modos de ser humanos? Hay sin duda una mutua implicación en este dilema, pero la injusticia social no ha podido ser hasta ahora eliminada por ningún sistema social, sea cual fuere: capitalismo, socialismo, comunismo, o cooperativismo. Es bueno reflexionar seriamente sobre este hecho. Así que una última pregunta para meditar: ¿Está la injusticia social, el desprecio por los miembros de la sociedad marginados, fundamentada en el modelo económico o en nuestras propias formas de ser humanos y de relacionarnos?

                                                                                 

 

 

 

 

 

 

 

 



[i] Silo, seudónimo del ilustre pensador argentino José Luis Rodríguez Cobo

domingo, 8 de diciembre de 2024

UNA REALIDAD COMPLEJA

 

UNA REALIDAD COMPLEJA IGNORADA POR LOS ENEMIGOS DEL ACTUAL GOBIERNO NACIONAL

Sin duda estamos entrando en un callejón sin salida: por un lado, los subversivos alzados en armas pretenden acorralar al gobierno para obligarlo a negociar en unas condiciones que los favorezcan. Saben claramente que esta es una guerra perdida, no militarmente, sino políticamente. Cada día que pasa, más gente los rechaza y los aísla, porque intuye que la tozudez de los guerrilleros genera más muertes y crea un ambiente enrarecido, sin futuro.

La supervivencia de estos grupos alzados en armas, depende de tácticas delincuenciales que ellos pretenden hacer pasar por acciones revolucionarias. Pero no es revolucionario secuestrar niños y niñas para someterlos a la humillación, al maltrato y para frustrar su niñez y su pubertad. No es revolucionario “vacunar” a los campesinos, a los tenderos y camioneros de las veredas en las zonas rurales y en las carreteras, so protesto de que deben sostener una guerra contra los enemigos del pueblo. La guerra no puede ser el capricho de unos cuantos, la guerra es la última estrategia que los pueblos deben utilizar, cuando no existe otra posibilidad para hacer valer sus derechos; pero en mi opinión ese no es caso en Colombia.

Las pasadas elecciones son la comprobación de esa elemental situación. La derecha ganó la mayoría de las alcaldías en el país, hizo mayoría en los concejos y las asambleas, dominó el Congreso nacional y tiene en jaque el gobierno del presidente Petro. Claro está que esto no es acertado, ni correcto, pues de lo que se trata no es de impedir la gobernabilidad, sino de facilitarla, de hacer posible la creación de un nuevo ambiente social y político en el país. En otros términos, se trata de buscar caminos que den la oportunidad de participación constructiva a todas las fuerzas política que obtuvieron representación. La estrategia no puede ser ni por parte del gobierno, ni por parte de la oposición, impedir el correcto tratamiento de las contradicciones que surgen en el desenvolvimiento de los acontecimientos nacionales.

Los derrumbes, las inundaciones, el hambre, la enfermedad, la desolación de millones de nuestros compatriotas, y el crecimiento de la delincuencia, no tienen color político. No se puede seguir pensando absurdamente que la pobreza y la enfermedad desatendidas, son el resultado, de la pereza, o de la indiferencia de quienes las padecen. Incluso la pasividad de sectores grandes de la ciudadanía colombiana no es el resultado de su propia indiferencia y estupidez, como suelen pensar algunos, o de su individualismo como piensan otros. Es al revés, esa pasividad es el resultado de los engaños, de las mentiras, de la ineficiencia de los gobernantes en los distintos niveles de la administración pública y de los sistemas de financiación que además de amarrar a los candidatos a los caprichos y deseos de sus financiadores, generan olas de corrupción casi incontenibles.

La política dejó de ser una vocación y una oportunidad de servicio a las comunidades, para convertirse, salvo el excepcional caso de algunas escasas personalidades, en el medio más eficaz para acumular riqueza mal habida. Y es que decir esto, no es afirmar que todos los políticos o que la mayoría de ellos son corruptos, no solamente porque además de la corrupción, hay ineptitud en muchos de ellos, sino porque la recortada visión de la mayoría de estos “políticos”, nos les permite ver el sufrimiento de grandes conglomerados de ciudadanos colombianos y, a causa de esta miopía, causar malestar, frustración, desconfianza y desilusión en los sectores populares de la sociedad colombiana.

Entonces, esa izquierda militarista y también la electorera, deberían dedicar sus esfuerzos antes de hacerse matar o elegir, a crear la fuerza consciente de hombres y mujeres que deseen con todas sus fuerzas cambiar este orden de cosas y construir una nueva sociedad basada en una ética del respeto en todo sentido, de la laboriosidad, de la dignificación de la vida y de las personalidades, de las oportunidades de trabajo y desarrollo. Una nueva ética que no otorgue privilegios al capital, que lo obligue no solamente a autorreproducirse y a no crecer desmedidamente, a no ser vehículo de humillación y sumisión para las mayorías, sino de liberación, crecimiento intelectual, ético y moral, dentro de un espíritu de libertad y participación crítica. Aprender a ser críticos es otro de las grandes tareas que tenemos. La crítica no es solamente negar o decir que no estamos de acuerdo. La crítica, como enseñaron algunas escuelas de pensamiento, de la Grecia antigua, exige autoconocimiento, autocritica, por lo mismo. Recordar el proverbio cristiano, muestra de humildad, sencillez y modestia que dice así: “no mires la paja en el ojo ajeno, sin ver la biga que ciega el tuyo”. Esa es una buena pauta de comportamiento. No somos dioses, nadie lo es; somos humildes humanos que debemos aprender a vivir en comunidad.

miércoles, 21 de agosto de 2024

¿QUÉ QUEREMOS DECIR, CUANDO DECIMOS TODO ESTÁ MAL?

 

¿QUÉ QUEREMOS DECIR CUANDO DECIMOS TODO ESTÁ MAL?

Alberto Conde vera

Los medios de comunicación, en mi opinión, carentes de un verdadero sentido crítico, se han encargado de crear un clima de zozobra. Todo está mal -dicen-, pero ¿a qué llaman todo? ¿Se incluyen ellos en ese todo?  Sin duda hay que reconocer que las cosas no van bien; y no van bien, porque para que vayan bien se necesita de un proyecto de desarrollo, incluido el desarrollo humano, la humanización de la vida, ajustado a nuestra realidad expuesto con la suficiente claridad para que fácilmente sea apropiado por todos los ciudadanos colombianos y los extranjeros residentes en él. No van bien las cosas, además, porque nuestros problemas no tienen solamente una base económica; tienen también un alto contenido cultural e idiosincrático. ¿Cuáles son nuestros verdaderos valores? ¿Qué motiva fundamentalmente nuestras acciones en el campo de lo social? ¿Qué hacemos, por ejemplo, para construir una sociedad más justa?

 No van bien porque seguimos pensado que nuestra relación con la naturaleza debe ser una relación de dominación y explotación y, por tanto, que tenemos el derecho de enfrentarnos con ella para someterla, para explotarla, sin tener en cuenta sus posibles reacciones y sin considerar que parte fundamental del todo es precisamente esa naturaleza, de la cual somos parte, así la tratemos como un objeto externo y ajeno a nosotros; como un objeto inerte e insensible, pero sobre todo, como si esos recursos naturales fuesen inagotables y meramente un medio, para conseguir divisas que, así mismo, nos faciliten las importaciones de otros productos. ¿Podemos concebir una estrategia diferente a esta para impulsar nuestro desarrollo humano e industrial? Creo que este es uno de los propósitos del presidente Petro; pero impulsado con estrategias equivocadas.

Vamos mal, porque tampoco damos importancia a la historia, a nuestro origen, al ordenamiento social centrista heredado por la monarquía española, que nos ha llevado a desconocer saberes poderosos, útiles, escondidos en las culturas ancestrales nuestras, que también forman parte de nuestro todo. Vamos mal porque del mismo modo desconocemos e irrespetamos nuestra biodiversidad y por lo mismo las diferencias sustanciales en los modos de evolución de los pueblos que nos constituyen como nación. Vamos mal porque ser, en Colombia, solamente tiene un significado para merecer respeto y audiencia: parecerse a quienes dominan. Por eso cuando alguien responde groseramente frente a una situación complicada suele decírsele indio. Por eso y por la ignorancia respecto de las culturas aborígenes.

Vamos mal porque el control absoluto de la economía por la clase de los más ricos, cuyo origen hay que buscar en la época de las numerosas guerras acaecidas a lo largo y ancho de nuestra historia como nación, ni siquiera tuvo la fuerza para imponer criterios diferentes de desarrollo y siempre se efectuó y se efectúa bajo la dirección y el control del capital internacional. Y que no se entienda que estoy diciendo que toda relación con los mercados del mundo es inconveniente. Para esclarecer este comentario diría que estas relaciones comerciales internacionales deberían realizarse   bajo el criterio del principio del “gano-ganas”, según el modo de ver las negociaciones del asesor empresarial norteamericano Stephen R. Covey; claro, esto si se toma en cuenta el hecho de que toda relación comercial, por ser una relación de poder, afecta directamente la estabilidad de cualquier país del tercer mundo, dado el hecho de la globalización de las economías.

Ahora bien, si me preguntaran si el gobierno de Gustavo Petro lo está haciendo bien, diría que no, porque si queremos cambiar debemos actuar de manera diferente a quienes se benefician con la actual situación Pienso que es muy arrogante y que no ha logrado el balance necesario para ir en la dirección gano-ganas, en la relación con los grandes inversionistas nacionales e internacionales así sea cierto que ellos actúan movidos por el miedo de perder el control sobre la economía nacional.

Los cambios sociales no se pueden decretar; esos cambios están en desarrollo en el ámbito nacional e internacional; solamente se trata de marchar en concordancia con ellos. Así, por ejemplo, el uso de combustibles fósiles está muriendo. Las energías solar, eólica y eléctrica empujan con vitalidad hacia la eliminación de tale combustibles; pero este proceso no se puede violentar. Poco a poco se anda lejos, dice el refrán popular. Hay que definir las estrategias adecuadas para ir avanzando en esta dirección. ¿Quién se opone? Lo grandes capitalistas que caminan lentamente en la retirada de esos anacrónicos procesos basados en las viejas formas de generar energía a partir del carbón, del gas y del petróleo. No obstante, no hay que enfrentarse con ellos; solamente hay que darle cabida y apoyar a los generadores de energía solar y eólica, por ejemplo. Hay que facilitarle su ingreso al mercado nacional.

Hay muchos otros procesos correspondientes a nuestra época, a nuestro momento histórico, que deben ser apoyados. Tal es el caso de la relación con la naturaleza. Esta es un recurso de una diversidad inigualable. Ella pone a nuestra disposición fibras y minerales de una variedad impresionante para diversidad de aplicaciones, e igualmente de plantas medicinales que pueden ser la base para el desarrollo de una gran industria farmacológica y/o alimentaria. Pero tales desarrollos exigen los cuidados necesarios para no agotar los recursos naturales, ni generar dañinas contaminaciones. Apoyar las investigaciones e industrias de la medicina y de bioquímica alternativas, e Investigar en este sentido los avances logrados por los pequeños laboratorio y por las comunidades indígenas y campesinas, apoyarlas, ilustrarlas, fortalecerlas es también una gran oportunidad de progreso para todos.

En fin, hay que hablar menos de independencia y liberación y, en cambio, trazar las estrategias adecuadas para lograrlas. Sin embargo, aun cuando hay mucho más que hablar y precisar sobre estos temas, creo que hay uno fundamental, básico para todo: la transformación humana. ¿Por qué? Todos lo sabemos: este es un país cuya población en su mayoría práctica la “ética de la papaya”; de arriba hacia abajo y, al contrario. Toda oportunidad, todo descuido se debe aprovechar para sacar ventajas personales sin importar las consecuencias sociales: incrementar el capital o hacerse de nuevos capitales en la primera oportunidad. Eso no es nuevo. Desde el llamado “Frente Nacional” (1956-1974) hasta hoy, la mayoría de los políticos solamente esperan la oportunidad de enriquecerse lícita o ilegalmente.  A eso se reduce fundamentalmente la política en Colombia: comprar votos, otorgar o recibir prebendas a cambio de “favores especiales”. En síntesis, volverse ricos rápido y fácilmente. Es como un camaleón que cambia su piel cada determinado tiempo, pero sigue siendo el mismo.

¿Qué hacer? Planificar y desarrollar con la gente procesos de instrucción, de transformación personal, creación de consciencia crítica, de análisis político, de desarrollo de estrategias efectivas para lograr objetivos concretos a corto, mediano y largo plazo. Evidentemente, se trata de transformar los partidos y las organizaciones comunitarias o de crear otras y otros nuevos con esta orientación. La pasividad y la complicidad no son buenas herramientas para salir del pantano; por el contrario, son formas de hacerlo más grande. Invito entonces a que comencemos ya.

Finalmente, esta sentencia de Karl Marx para meditar: la consciencia es el ser consciente y el ser de los hombres (léase de nuestra especie), es su proceso de vida real.

miércoles, 27 de diciembre de 2023

HUMANIZAR LA TIERRA

 

HUMANIZAR LA TIERRA

Alberto Conde Vera

Tal vez para algunos resulte romántico el título de este artículo. Y también, posiblemente consideren el romanticismo como un estado de ánimo alienante, omnibulante¸ un velo tras el cual se oculta una realidad amarga y dolorosa.  Sin embargo, no se trata de nada parecido. Es por el contrario, una  tarea trascendental que Silo dejó a todos los seguidores y desarrolladores de sus ideas.

Silo, un extraordinario pensador argentino, fundador del Nuevo Humanismo, o Humanismo Universalista, -quien falleció en el 2010- al igual que los  pensadores de la antigüedad griega y que Michel Foucault, Deleuze y otros ingeniosos y críticos personajes de la historia del pensamiento divergente en la actualidad, entendió, como ellos, que realmente el centro de la existencia y del desarrollo social es el ser humano mismo, por lo que si algún ser necesita de una transformación permanente para sostener relaciones y nexos reconfortantes, estimulantes, renovadores y creativos consigo mismo, con los otros y con la naturaleza, es precisamente el ser humano.

La superioridad sobre los otros no es la meta; no puede serlo. Construir un mundo para una élite es, como estamos viendo, construir un infierno. Construirse y reconstruirse continuamente mientras construye el mundo en el cual quiere vivir, es realmente lo que todo humano debería estar haciendo consciente o inconscientemente. Mas,  si lo que construimos son campos de batalla para buscar la dominación de los otros, la extinción de nuestra especie será el resultado final.

Si Jesús, el nazareno, habló del amor como el modo de vida ideal para la humanidad, deberíamos preguntarnos si él estaba equivocado. Deberíamos interrogarnos acerca de si ese mundo es posible o no y, además, intentar comprender de qué hablaba él cuando propuso el mundo del amor. Somos la única especie que posee la cualidad de proyectar el mundo y las condiciones en las cuales desea vivir. ¿Por qué, entonces, recurrir a los modelos primitivos para imaginarlo y construirlo? Porque lo de hoy es primitivismo puro; y si no qué es la lucha entre rusos y ucranianos o entre palestinos e israelitas. Si no es posible el diálogo, entonces ¿qué somos? Seres civilizados, -dicen-, como si la civilización consistiese en el desarrollo de las armas más poderosas para intimidar a los otros. Según eso, Civilizarse es aprender a dominar y a someter a los demás. Eso es también según piensan algunos, la modernidad y hasta la postmodernidad.

Precisamente por eso tiene sentido la consigna siloista; porque hace mucho tiempo que estamos involucionando, volviéndonos inhumanos: cual animales absoluta y totalmente insatisfechos, sanguinarios, despiadados y brutales. Nada nos conmueve más allá de las expresiones aprendidas y mil veces repetidas fría y cerebralmente. ¿Qué pasa en nuestros corazones? Dicen muchos tratadistas de la cuestión de la acción, que solamente lo que está en muestro corazón nos mueve a la acción. ¿Será que el rechazo a la ignominia social no está en el corazón de la mayoría de los colombianos, aun cuando gritemos con ardor viva la democracia? ¿Será que son la ambición de dominación y el odio los sentimientos dominantes en nuestros corazones?

Mirar el mundo de hoy es  responder afirmativamente estas últimas preguntas. Así lo indican las continuas guerras, el crecimiento de la violencia en las relaciones entre las personas, el incremento de la inseguridad social en toda la extensión, de esta expresión social. Las dolorosas migraciones de millones de personas buscando condiciones de vida y de trabajo más adecuadas que las que tienen en sus propios países.  La ira, los sentimientos de soledad, de   impotencia, de desamparo, son los más comunes en el corazón de millones de colombianos abandonados por el Estado, más preocupado por la riqueza de las minorías, como seguramente ocurre en todo el tercer mundo.

El mercado, ese monstruo que muchos sueñan con dominar totalmente, se ha convertido en una continua amenaza, pues ningún productor ni distribuidor de mercancías puede estar seguro de que las continuas crisis no lo arruinarán, y todos saben que la anarquía inducida por la competencia nacional e internacional es inmanejable. El mundo hoy está en una situación crítica: la producción, aunque exagerada y superior a la demanda, no satisface las necesidades de vestuario, protección ambiental, alimentación, vivienda y salud de millones de habitantes del planeta marginados de toda posibilidad, incluso de la de encontrarse a sí mismos. ¿Por qué tanta indolencia e indiferencia ante el dolor y el abandono de los otros? ¿Podemos ser una sociedad exitosa sosteniendo este orden de cosas?

Ahora bien, ¿acaso todo es azar, devenir espontáneo? ¿Qué papel desempeña el ser humano en todo esto?  La sociedad la conforman relaciones de fuerza y por tanto, relaciones de poder. Distintas clases y diferentes grupos de muy diversa índole, pretenden darle una particular orientación al desarrollo social, económico y cultural de esa amalgama que llamamos las sociedades. Ese ejercicio o intento de prevalecer sobre los otros es lo que Foucault llama dominación; no poder. El poder para este autor excluye la violencia y la unilateralidad.

Decía Silo que cuatro son los valores fundamentales que guían la conducta de la mayoría de humanos “civilizados”: dinero, poder, prestigio y sexo. Y no de ahora sino desde siempre.  No obstante, y pese al discurso cristiano sobre el amor, el capitalismo exacerba el deseo de tener, poseer, controlar y dominar. El supuesto básico que alimenta este deseo de tener es la creencia según la cual cuanto más se tenga, mayor seguridad y mayor posibilidad de éxito. ¿Será este un supuesto válido? Nuestra realidad parece desmentirlo. Nadie, no importa cuánto tenga, está seguro. Por eso se ve obligado a gastar cientos de millones de pesos para evitar que la criminalidad lo someta. Entonces, preguntamos; ¿qué hacer? ¿De qué sirven las reuniones anuales entre trabajadores y dueños del capital en nuestro país y en el mundo? ¿Acaso estas reuniones giran en torno de la necesidad de aliviar el dolor que la miseria causa en millones de nuestros compatriotas o de los ciudadanos pobres del mundo? Creo que, por el contrario, giran alrededor de los problemas básicos de dos sectores: los inversionistas y el sector obrero ya contratado, quienes tienen resuelto el problema fundamental humano: la supervivencia.

Renglones arriba sostuve que el capitalismo exacerba las ansias de posesión y dominación posiblemente porque la competencia conduce inevitablemente a la fusión con, o a la eliminación del otro; y esta circunstancia conduce a nuevas formas de control y dominación de amplios sectores de la producción. Poco a poco, cada vez menos, son dueños de más. Así se desarrolla la monopolización.

Ahora bien, esta fase fue ya recorrida hace mucho tiempo por los países de mayor y más alto desarrollo capitalista. Llegamos tarde y esto genera dependencia. Por eso necesitamos una revolución científica y tecnológica. Hay que revolucionar las universidades, en especial las públicas; hay que incrementar el número, la calidad y cantidad de las investigaciones. Necesitamos que el sector privado financie y promueva investigaciones; pero no solamente en cuanto a nuevas tecnologías, materias primas e insumos utilizables en la producción, sino también en cuanto al desarrollo cultural y social. Principalmente en este punto necesitamos saber qué está pasando en las relaciones de poder que se generan en los sectores populares.

Bien, todo esto, ha llevado a la concentración y centralización del capital, de la distribución de los productos y la riqueza que se concreta en otras formas como la monopolización de la producción y de la tierra. Y esto son procesos que ya ya no tienen un carácter exclusivamente nacional sino mundial. monopolios que llevan a  que firmas de ingenieros cuyo objetivo es la construcción de grandes vías, puentes y otras obras, así como constructoras de vivienda, canales de riego y puentes, son propiedad de banqueros que financian campañas políticas y consiguen así hacerse a los contratatos adjudicados por el Estado. Es una irracionalidad absoluta; o mejor una racionalidad que supone el derecho de los más ricos a controlarlo todo y poseerlo todo. Y uno se pregunta: ¿para qué entonces la política?

La apropiación y monopolización de fuentes de materias primas y recursos naturales son hoy en realidad, las fuentes principales de conflictos. Y todo esto, así mismo, es la razón de ser de una nueva revolución de las consciencias como la que produjo el cristianismo en occidente. No podemos seguir creyendo que la pobreza es el resultado del descuido, la pereza o falta de aspiraciones de la gente pobre. Esa es una visión no solamente descalificadora, sino además torpe y mezquina de nuestra compleja realidad.

Apenas hace unos días alguien me contó de una entrevista con un joven de apenas 16 años que culminó sus estudios de bachillerato, y  a la pregunta de cómo se sentía, respondió que con rabia por la falta de oportunidades. Así que se trata de eso: de generar un mayor desarrollo empresarial que rompa con esas dependencias en relación con el pequeño grupo de grandes inversionistas que controlan al Estado. La cuestión es abrir posibilidades para fortalecer y diversificar el mercado nacional, hoy saturado por la importación de cientos de productos importados que pueden ser producidos aquí. Se trata también de una transformación en nuestro modo de ser y de relacionarnos; no más “usted no sabe quien soy yo”. Todo ser humano es valioso y respetable por el solo hecho de existir. Y si nos asociamos y luchamos por nuestra independencia como nación, ha debido ser precisamente para hacernos reconocer como seres pensantes, amorosos, resolutivos y creativos y no simplemente para entregar todo el poder de decisión a una casta de terratenientes criollos, en reemplazo de los españoles. Esa es la revolución cultural que necesitamos. Una que haga de cada colombiano un ser con pleno derecho de ejercer su capacidad creativa, emotiva y ejecutiva plenamente. Una revolución para convertirnos en una nación grande y respetable ene el concierto internacional y en la que los valores guías sean la empatía, el amor bien entendido, la paz, la libertad, el trabajo responsable y creativo y la solidaridad.

viernes, 17 de noviembre de 2023

CAMINANTE NO HAY CAMINO...

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO….

Alberto Conde Vera

Al observar los resultados electorales de Concejo y Alcaldía en Chía, vino a mí de repente el poema de Antonio Machado, el gran poeta que inspiró a los luchadores por la libertad en España.  ¿Por qué? Tal vez, porque desde hace mucho tiempo, veo a los políticos colombianos de todos los niveles y colores, (en especial a los de Chía), faltos de imaginación e inspiración. Por eso siento la indignación que produce el desprecio por los jóvenes y por el pensamiento futurista, entre quienes bajo el disfraz de líderes o promotores, simplemente aprovechan la ignorancia de un pueblo resignado, que se acostumbró a ver la política como la oportunidad de hacer negocios y a los políticos como malabaristas  de la palabra, sin vergüenza.

Por ejemplo, vemos a los “dirigentes” de los pequeños centros urbanos de la Sabana de Bogotá, eludiendo la posibilidad de la “Ciudad región”, pero llevando la expansión urbanística de sus municipios, hasta los límites con sus vecinos, incluida la ciudad capital de Colombia, pese a que esa es una manera de hacer realidad ese proyecto que tanto les molesta. Pero es que la expansión urbana es el gran negocio y es la exclusividad de este negocio lo que en realidad quieren preservar. Como siempre, en las relaciones de poder, este es un problema de estrategias. ¿Es conveniente, desde el punto de vista de las soluciones a los grandes problemas de la región, la integración? Decir si, no significa aceptar todo lo que  propone Bogotá, sino trazar las estrategias más eficientes para lograr el respeto a las regiones y para lograr también la forma de integración más conveniente para todos. Esta de la “Ciudad Región” es una estrategia, como muchas otras, lanzada por los políticos capitalinos, dentro de la relación de dominación que existe entre Bogotá y los municipios de la Sabana. Ciertamente, mantener esta relación de dominación es lo que desea la dirigencia de la ciudad capital; pero no es el rechazo absoluto a esa idea de la integración, la posición más conveniente para los pequeños municipios.  La contrapropuesta debería ser una relación en la cual se garantice que las partes estén en igualdad de condiciones; es decir, una relación de poder que implicaría un trabajo con los posibles aliados y no una posición  localista.

“Caminante son tus huellas el camino y nada más”. ¿Son acaso las huellas dejadas por anteriores gobernantes, el anuncio de nuevos puntos de llegada, de un nuevo destino, de nuevas formas de convivencia y de nuevas relaciones con la naturaleza, el medio ambiente y la región? Ciertamente no, puesto que no existe un proyecto guía de desarrollo urbano que incluya vías adecuadas y parqueaderos suficientes para atender el creciente flujo vehicular, -debido tanto al crecimiento empresarial en la región, como al desplazamiento de ejecutivos y de personas de los estratos 3 y 4 a las zonas residenciales de las pequeñas poblaciones que rodean a la capital colombiana. Pese al crecimiento del empleo y las finanzas públicas de los municipios, en lo local y en lo regional, sigue siendo la industria de la construcción. la líder, en relación con el empleo.  Tampoco genera esperanzas la resistencia a dejar espacios para la construcción de parques para el descanso, la contemplación del paisaje o simplemente para las conversaciones entre amigos y vecinos mientras se recibe el calor del sol.

Todo el poema de Machado, nos invita a caminar creando; a la innovación. Mas, vivir en comunidad es todo un arte que debemos aprender; porque la comunidad no es solamente un conglomerado de personas que se hacinan en un determinado territorio bajo los parámetros trazados por la concepción militarista en unos casos, anarquista en otros, de la urbanización en algunos  inversionistas interesados solamente en su propio lucro, con una visión miope, fragmentada y estática de la realidad local y nacional.

Y aquí he de anotar esa recortada y mezquina visión del poder según la cual los ejercicios de poder dependen exclusiva y fundamentalmente de los reglamentos, la ley, las sanciones y la vigilancia. Entonces, el sentido de convivencia, la necesidad experimentada por los más conscientes del apoyo mutuo, la colaboración espontánea y oportuna, la reeducación en la realización de los procesos de convivencia y el análisis crítico con el propósito de mejorar la inclusión y la colaboración, ¿Dónde quedan? ¿No son todos estos elementos de una auténtica relación de poder? O, ¿tal vez se prefiera su contraria, que es la relación de dominación?

Así las cosas, debemos preguntar qué motivó a los electores para no sólo cerrar el círculo de los posibles elegibles, sino para obstaculizar el paso a un buen grupo de jóvenes intelectualmente preparados en las academias colombianas, con los conceptos más avanzados en cuanto hace referencia a las relaciones de poder. ¿Será talvez la idea de pertenecer al grupo de los ganadores la causa de este extraño comportamiento? Absurdo modo de pensar este, puesto que el poder de decidir es propio de  los electores mismos, no del capital o la riqueza.

Si una persona decide morir ahorcada, ¿será culpable de su muerte, el árbol del cual se colgó? Seguramente todo aquel a quien se le haga esta pregunta responderá que no. Es lógico. ¿Cómo puede ser el medio escogido para ejecutar las decisiones el responsable de ellas? Las elecciones son un medio; deberíamos entonces pensar que somos nosotros, los que botamos, los únicos responsables de lo que pase. ¿Cómo entonces cambiar, si se apuesta igual que en las carreras de caballos al ganador?

La experiencia nos ha enseñado que apostar al ganador es equivocado, cuando se trata de la política. Cuando se elige se trata no del negocio, sino de proximidades en cuanto al sentido de vida, la convivencia y la ética. La administración pública no está para favorecer intereses particulares. tiene su finalidad que consiste en poner orden tanto en el crecimiento económico, (incluidos los procesos de expansión de las áreas urbanas), como de las demandas de la población en cuanto a vivienda, educación, salud, servicios públicos, empleo y seguridad; pero todo esto sometido a un plan integral de desarrollo que ayude a disminuir las profundas desigualdades des existentes. Por todo eso es tan importante la participación comunitaria.

El elector común dice preferir la experiencia a la juventud y basado en esta preferencia vota siempre por los mismos, o por aquellos que son recomendados por quienes son los responsables de la situación difícil que sufrimos en Chía. Parece que su guía fuese el retrógrado refrán que dice, “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Hay en esta posición un gran error: Si la experiencia ha sido mala, qué aprendimos, de qué sirve tal experiencia. La experiencia es aprendizaje y transformación; de no ser así no tendrá sentido experimentar, porque no existe entonces la posibilidad de cambio personal y social.

La vida son procesos y aprendizajes que se derivan de ellos. Si nada aprendemos en tales procesos, la misma vida pierde todo sentido. ¿Cuál sería la forma de mejorar el aprendizaje político? Participando activa, crítica y constantemente en los procesos políticos y sociales. No existe otra forma. Pero debemos saber que los procesos políticos no son solamente electorales. En toda relación humana se presentan ejercicios de poder y estos son la esencia de la política, puesto que, en estos procesos desarrollamos, si los analizamos bien, la habilidad de construir estrategias para lograr nuestros objetivos y en esa medida aprendemos a ser políticos. El poder existe donde quiera que existan sujetos relacionados que intentan modificar o dirigir en un determinado sentido las acciones o el comportamiento de otros. Por eso es tan importante participar, por ejemplo, en juntas comunales, escolares, en los comités de servicios públicos, etcétera. Pero participar implica proponer, hacer y recibir crítica fundamentada,  orientadora y esclarecedora, en relación a los procesos que se están dando.

Es verdad que no siempre la juventud es garantía de pulcritud e innovación, porque los padrinazgos y la herencia política familiar también influyen poderosamente en la formación política de las juventudes. Sin embargo, también es cierto que la política se aprende o, en las academias (hoy existen Facultades de Politología), o en los partidos y en los grupos políticos cuando estos tienen escuelas de formación y cuando su estructura organizativa es permanente y participativa, -no solo electoral-.

Desgraciadamente los partidos en la actualidad, han perdido esas dos características fundamentales: formación y participación para sus militancias+. Es más, no hay militancia. Hay solamente electores y promotores electorales; incluso negociadores de votos. Ahora se trata especialmente de clubes de negocios. Esos son los partidos hoy en día. Son instrumentos para la apropiación y el direccionamiento de la inversión pública en favor de ciertos grupos o personas y, en no pocos casos, para cubrir actuaciones indebidas de algunos funcionarios.

Se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.” -Así nos dice el poeta de los luchadores españoles-. La pregunta es: ¿estamos viendo “la senda que nunca se ha de volver a pisar”? Y, por consiguiente, ¿Hemos trazado una nueva senda que nos llevará a destinos diferentes y novedosos? Tal vez, como he dicho en otros artículos, la facultad más importante de nuestra especie, es la de aprender de forma constructiva de nuestra experiencia personal y social. El desarrollo de un acertado sentido crítico, depende en mucho del desarrollo de esa particular forma de aprender de nuestra experiencia. Pero este aprendizaje no depende exclusivamente de nuestra experiencia práctica. El conocimiento acumulado, -repito: cuando tenemos capacidad crítica-, adquirido mediante el estudio y la investigación es también un fundamento esencial de este aprendizaje. Por eso es tan importante el estudio motivado por un interés temático, unos objetivos de vida y unas formas de relacionamiento interpersonal y colectivo; es decir, una ética de la vida. Eso es parte muy importante de la formación política y personal y es también lo que hemos olvidado bajo el influjo del valor supremo de estas sociedades modernas: el dinero. Por eso decía Silo, (fundador del Nuevo Humanismo), que los verdaderos valores que guían esta sociedad son el dinero, el prestigio, el sexo y el poder. Si miramos con un poco de detenimiento veremos que la creciente criminalidad en nuestro país gira sobre el eje de estos valores, propios de una ética oportunista y utilitarista, así como de la ambición y la cosificación del propio ser humano, que vale por lo que tiene y no por lo que es y sabe.

Y creo que también para Michel Foucault, (uno de los autores que más aprecio), la interrelación de dos de los valores mencionados por Silo: el sexo y el poder, fue tan importante en sus investigaciones que le permitieron afirma que el poder como cosa, como posesión, no existe. El poder son relaciones, no tiene una ubicación determinada porque el poder circula y es un ejercicio. El poder no se posee, se ejerce por los sujetos tal como son y no como desearían ser. El poder circula entre distintos actores, en cada relación en la cual participan. Así pues, cuando decidimos, tenemos como base, por un lado, las relaciones en las cuales estamos inmersos y, por otro, nuestra ética; es decir la forma como valoramos las situaciones y los hechos, como nos acercamos a los otros, como nos relacionamos con ellos. En un esfuerzo de   respeto y escucha activa, estamos en una relación de poder; más cuando estamos acostumbrados a las relaciones de dominación, toda consideración hacia el otro o los otros es imposible o al menos muy difícil.

Todo el poema de Machado es una invitación a romper con lo viejo, a despertar la imaginación, a la creación, a la búsqueda de nuevos horizontes y el llamado a un auto examen. Así nos lo dice desde el comienzo: “Caminante son tus huellas el camino y nada más”. Es lo que hemos hecho y cómo lo hicimos lo que cuenta al final. ¿Fuimos participantes proactivos, responsables; visionarios, o simples y obedientes gregarios? ¿Queremos seguir siendo eso, o deseamos convertirnos en inventores, guías y orientadores activos del proceso de transformación social?; “son tus huellas...” Es decir, cada uno marca, hace el camino, deja su huella, su impronta, si así lo desea, y puede decidir si ese rumbo es correcto o debe corregirse. Veamos; si viajamos en un autobús es porque deseamos ir a un sitio determinado y sabemos que ese autobús nos llevará a ese sitio. Nuestro bus es la sociedad a la cual pertenecemos y somos todos nosotros quienes decidimos su rumbo y su destino; no el chofer. Pero uno no se sube al bus después de que llegó al destino que deseaba. Eso sería absurdo. Define primero el punto de llegada y se asegura de que llegue bien y sin desviarse. Igual sucede con la sociedad; ese es el bus que abordamos desde el comienzo de nuestra vida. ¿Es el mejor para nosotros? Tal vez no. Pero podemos cambiarlo. Eso es lo que tenemos que conversar y acordar. Reunirnos para acordar el cambio, no para definir quién tiene la razón. Todo cambio requiere un proceso y todo proceso requiere etapas. Se desarrolla de lo simple a lo complejo y nunca en línea recta, sino con avances y retrocesos, enredos y desenredos. Se requiere paciencia, visión de futuro y una buena dosis de realismo para no seguir en la confusión. Como escribió Marx: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino el ser social lo que determina su consciencia.”

 

 

 

 

sábado, 14 de octubre de 2023

NOS ACERCAMOS AL MOMENTO MÁS IMPORTANTE DE LA POLÍTICA MUNICIPAL

 En la vida política de la mayoría de los municipios, en los cuales su población es activa, no faltan los momentos críticos  que en muchos casos definen nuevos rumbos. Incluso aquí  en Chía por la década de los sesenta y los setenta del siglo XX, ocurrían estas crisis momentáneas. Entonces la Alianza Popular Nacional y algunos jóvenes izquierdistas de la época, solíamos  participar e incluso animar estos brotes de rebeldía que de cuando en cuando se presentaban.

Un poco más tarde, vino la elección popular de alcaldes, en un desafortunado momento en que los dineros del narcotráfico empezaron a correr por la venas de la pequeña economía municipal que, impulsada por estos dineros se fue transformando de una economía fundamentalmente agrícola y ganadera, en una economía comercial y urbanística.  Las grandes propiedades que producían trigo, cebada, papa y maíz,  se tornaron en conjuntos cerrados primero y luego en grades torres que albergan cientos de ciudadanos desde los estratos 2 y 3 hasta los del 4, el 5 y el 6. Los cerros tanto del oriente cono del occidente de la ciudad se transformaron en feudos con hermosas y muy costosas mansiones. Ciertamente el "progreso" fue notable. Y pongo entre comillas este término por dos razones; la primera porque todo esfuerzo de planificar  el desarrollo y el crecimiento municipal se tornó inútil ante la influencia y concepción de la vida y el desarrollo social que tenían estos oscuros personajes que, incluso, desplazaron o coloran en segundo plano a quienes habían forjado sus capitales  con su trabajo  aquí, en este hasta entonces hermoso municipio. Por eso tenemos hoy un municipio sin vías, sin parqueaderos y con servicios públicos deficientes.

Pues bien, estas elecciones han ,mostrado el despertar de una juventud que de mil formas ha expresado su desacuerdo con lo que pasa aquí, en nuestra querida Chía. Y esos jóvenes son el grito de un pueblo que se asfixia, son la expresión de la protesta contra la absoluta estupidez con la cual se conduce el desarrollo municipal. Basta con observar cómo las calles de los barrios tradicionales de la ciudad, se convierten, poco a poco en parqueaderos y ver, además a las horas pico los monumentales trancones por todas partes. Los servicios públicos son insuficientes y la contaminación de los ríos se incrementa. En los últimos 12 años el problema de la Petar, ubicada junto al centro comercia Sabana Norte, no se resuelve  y el intento de construir una vía alterna para salir hacia la autopista norte por el su, quedó en nada. 

En realidad se trata de un problema más grave: la política, ya no comedio para organizar y promover la participación y la acción ciudadana, -tal cual la entendieron Gaitán y Galán- convertida en negocio; la política como medio de enriquecimiento personal y no como medio de servicio. El poder de establecer relaciones de cooperación, de crear estrategias para lograr la mayor y más comprometida participación de los ciudadanos, transformado en medio de dominación, discriminación y empobrecimiento de las clases media y baja de  la sociedad colombiana. ¿A quién sirven todos esos antiguos politiqueros en Chía? A sus amos que llenaron de torres el campo y fortalecieron incontroladamente la inmigración hacia nuestro municipio, Pero, ¿es esto lo que necesita Chía en este momento? Rotundamente no. Si algo necesitamos es poner orden a al crecimiento municipal. Primero fortalecer el turismo, el deporte y la cultura en todas sus manifestaciones. Convertir a Chía en el primer y más importante centro de educación superior en Colombia, construir nuevas vías de acceso a y salida de nuestro municipio, traer medios de transporte no contaminantes, cómodos y rápidos para promover el turismo y facilitar la movilidad de la población hacia sus distintos destinos laborales. Buscar aliados , acercarse a Bogotá y otras ciudades vecinas para lograr el mejoramiento del transporte en todos los medios. y buscar la planeación regional,  teniendo en cuenta que las ciudades en la Sabana de Bogotá cada día acercan más sus centros urbanos. En fin, darle la oportunidad a la gente joven no solamente de edad, sino principalmente de mentalidad y espíritu. Porque hay mucha gente con mentalidad vieja, y además con una ambición desbordada. Hay que preguntarse no solamente: ¿a dónde quiero llegar yo? sino también ¿en qué tipo de relaciones de poder me encuentro inmerso? ¿Soy parte de quienes hacen ejercicios de dominación o promuevo las prácticas libertad en mis relaciones con los otros? Realmente, ¿Qué quiero decir cunando digo que soy libre? Estos son parte de los fundamentos de la filosofía política y son también esenciales en lo que hoy llamamos las relaciones de poder.

Yo aprendí en mi edad madura y ahora en la vejez que aún tengo mucho que aprender respecto de mis relaciones conmigo mismo, con los otros y las otras, con la naturaleza y con Dios. Ahora me estoy preguntando: ¿en realidad fui un instrumento para la liberación del  pueblo o, tal vez de alguna ,amera contribuí a su dominación? ¿Qué es eso que llaman la liberación y qué es la libertad tan evocada por todos los políticos? Se con certeza que nos equivocamos, aún quienes rechazamos siempre la lincha armada como medio de liberación, porque la experiencia de otros pueblos nos enseñó que ese tipo de lucha en realidad conduce a otro tipo de dominación. Pero si nos equivocamos en el verticalismo de las organizaciones construidas con el propósito de liberar y liberarnos, puesto que las enseñanzas de investigadores y constructores de pensamiento libre de verdad.  como Foucault, Deleuze y otros. abrieron nuevas puertas para comprender la realidad de lo que ellos denominaron las relaciones de poder, concepto a través del cual comprendimos que el poder no es una cosa, no se posee, no se tiene, se ejerce y se ejerce cotidianamente en todo momento y lugar en cual los sujetos colocados frente a una realidad pretende modificar esa realidad e intentan actuar sobre las acciones de los otros, Eso es el ejercicio de poder. Y, entendiendo esto se comprende que no hay ejercicio de poder sino hay relación de unos con otros y que la dominación no es solamente un problema ético, sino también de estrategias. Y se comprende también que si quiero acabar con la dominación debo empezar por no ser yo parte de los dominadores. Es decir debo trabajar en una transformación personal a partir del análisis de mis experiencias.

Por estas razones, los invito a apoyar a Sebastián Moreno a la alcaldía de Chía.





domingo, 3 de septiembre de 2023

Política municipal vs política departamental y nacional

Sin duda, el mundo entero se encuentra en un momento de confusión. Parece como si los paradigmas, más altruistas, por cierto, no los más comunes, pero si necesarios para la convivencia pacífica y el entendimiento social, ya no fuesen necesarios y como si se hubiera perdido el rumbo, hasta el extremo de que la cuestión más importante parece ser quién domina a quién, tanto en las relaciones interpersonales, como de grupo y entre las naciones, pero sobre todo en la política.

De otro lado, es evidente que las nuevas tecnologías avanzan a velocidades extraordinarias y que las inteligencias artificiales, el producto más importante de estas tecnologías, se constituyen en una amenaza, puesto que desconocemos el grado de autonomía que alcanzarán, de modo que surgen varias inquietudes: ¿Cuáles campos de la actividad intelectual, que hasta ahora parecían exclusivos de los humanos, no serán tomados y desarrollados por esas inteligencias? ¿Tendrán ellas, -además de las conexiones neurológicas que nos permiten pensar y crear tan eficientes aparatos para el trabajo-, la sensibilidad, la empatía, la capacidad de compadecerse y solidarizarse ante tanto dolor, desolación y miseria causada por la ambición de riqueza, ¿de prestigio, de control y de “poder”? Valores, estos últimos, indiscutiblemente centrales que, hasta ahora, han motivado las acciones de la humanidad. La cuestión es que en este momento escribir un libro, o un informe, o pintar un cuadro, o diseñar una máquina, es cuestión de suministrarles a una de esas inteligencias los insumos adecuados para que ella lo haga en minutos. Pero, sentir, conmoverse, solidarizarse, amar, compadecerse, ¿estarán dentro de las capacidades, o competencias de esas inteligencias, como suelen decir los expertos en desarrollo económico y empresarial?

Pese a que esto supondría que cualquier persona puede pedirles que diseñen la máquina que necesita, ya que esto supondrá igualmente una disminución en los costos de mano de obra, al sustituir a los técnicos en el diseño, supongo que  los costos de ejecución del proyecto. , por el contrario, subirán Ya hoy, esa tecnología se ve como una amenaza para quienes están trabajando o buscan cómo engancharse al sistema laboral. Parece también cierto que esta amenaza confunde y crea zozobra en todas partes. ¿Qué es más importante? ¿La máquina o el ser humano? Ya Marx había supuesto una situación como esta y habló de una liberación del trabajo asalariado cuando esta situación se presentar. Predijo también una reorganización social y mayor tiempo para el ocio y la recreación cuando esto sucediera, liberando al arte y al artista del encajonamiento del mercado.

Podría extenderme en este tema, pero no es el caso. En cambio, si es pertinente preguntarnos si tenemos los líderes adecuados para enfrentar estos retos, que no son de un futuro lejano, sino que ya están aquí. Por ejemplo, ¿Cómo habremos de organizar la sociedad para enfrentar los retos que surgen de esta nueva realidad?

Entonces, volviendo al tema y al municipio, podemos tener la certeza de que se necesitan liderazgos muy incluyentes, frescos, realmente democráticos, capaces de crear una cultura de la paz, de la convivencia, del compartir, de la fraternidad y la libertad. En otras palabras. tenemos que comenzar a pensar que el paradigma de la dominación, -que ha guiado a la humanidad desde sus comienzos hasta hoy-, ha entrado en crisis y pronto dejará de ser vigente. La lucha por lo que muchos llaman el poder, que no es otra cosa que una forma camuflada de la dominación, está perdiendo sentido y en su lugar se instalarán diversas formas de cooperación en la acción productiva, las alianzas interempresariales, nacionales y extranjeras son un ejemplo y la transformación de la diversión en una industria multinacional, así como el turismo es otro ejemplo.

Sin embargo, el punto es que en todas las clases y grupos sociales aún este paradigma de la dominación predomina. Pero, también es cierto que nunca antes en la realidad, en los hechos, frente al avance de la ciencia y la tecnología, había sido tan dura y enfáticamente cuestionado. ¿Cuánto durarán en entenderlo quienes hoy se creen dueños del mundo? Y, ¿Cuánto dolor y sufrimiento causarán antes de entenderlo? Ya no es un problema de ideologías, de utopías, o teorías futuristas, es una realidad que avanza velozmente.

Ciertamente otro de los problemas agobiantes que estamos padeciendo es el de la inseguridad. Inseguridad que obedece a diversos factores. Uno de ellos sin duda es la pérdida de valores (valores personales y sociales) en todos los estamentos y clases sociales. A propósito, deberíamos preguntarnos que debería ser un valor frente a la actual realidad. Solamente la consideración de este hecho plantea la necesidad de una transformación sustancial en el sistema educativo, tanto en los métodos de enseñanza, como en las relaciones maestro-alumno, alumno-alumno de los maestros entre si y de estos con los directivos, así como en el de qué estudiar y cómo hacerlo. Es decir, una modificación fundamental de las relaciones de poder en los colegios y demás centros educativos. Incluso en las relaciones poder-saber en la que se inscriben las luchas entre las diversas escuelas del saber, del conocimiento y el poder.

Bien, pero decía que este es uno de los aspectos que inciden en la inseguridad y la violencia. Resulta que aquí se considera violencia solamente la actuación indebida y criminal ejercida por grupos por fuera de la ley. Ciertamente estos grupos deben considerarse como factores causantes de inseguridad y por tanto de violencia. Pero, ¿Qué tal la escala para clasificar la acción de los gobiernos que acallan por la fuerza la voz de los inconformes, ante las acciones desarrolladas por los gobiernos antipopulares, que ocultan mediante el terror los crímenes y robos de altos funcionarios del Estado? ¿Cómo en Chía, por ejemplo, se eligen y se reeligen personajes, cuyas relaciones con los depredadores del medio ambiente, son por lo menos sospechosas? E igual en el plano nacional: ¿Han investigado acaso, por ejemplo, la caída de los puentes, los constantes derrumbes en las carreteras y muchos otros hechos, cuyas causas o factores causantes, precisamente se ignoran en esa  planeación? Es que las fuertes lluvias y las condiciones de las laderas de los cerros colombianos no son fenómenos de hoy. Entonces, ¿por qué no buscar nuevas formas de transporte? Este es un problema ético y es también un problema de violencia y de inseguridad. Y en este crecimiento, por tanto, están como responsables alcaldes y gobernadores. ¿Por qué no seguir haciendo túneles? Los alcaldes y gobernadores no pueden seguir cerrando los ojos y manteniéndose indiferentes ante estos fenómenos simplemente por la razón de que no son de su jurisdicción. Tienen que exigir la acción del gobierno nacional, junto con sus comunidades municipales.

Creo también que los alcaldes deben investigar y tomar posición clara frente al problema de la salud, porque en este campo hay demasiadas dificultades que van desde la atención a los usuarios, hasta el suministro de medicamentos y el tiempo para la atención a los pacientes por parte de los especialistas. ¿Hay suficientes especialistas en cada rama de la medicina para atender la demanda? ¿Hay becas que faciliten el acceso a las diferentes especialidades entre los médicos generales que aspiran a especializarse, pero carecen de los medios para hacerlo? Los millones de colombianos sin techo y sin ingresos, junto a los venezolanos desplazados por la estupidez del gobierno de su país también son causa de inseguridad y merecen atención de calidad e inmediata. En fin, la inseguridad no puede reducirse solamente a las violencias de los atracos o de los asaltos de los alzados en armas. Todas las falencias que padecen millones de colombianos pobres constituyen actos violentos y, puesto que aquellas se manifiestan en los municipios grandes o pequeños, los alcaldes están obligados a prestarles atención y a exigir la atención pronta del gobierno nacional.

Además, ¿Qué pasa con el problema de la movilidad tanto interna como intermunicipal? Tenemos que ser capaces de enfrentar este problema regionalmente, Hay que planificar la región tanto en este sentido, como en el del crecimiento urbano y en cuanto a los servicios públicos. No hay otra salida porque la conurbación lo está exigiendo y no debemos seguir dilatando la satisfacción de esta necesidad impuesta por el desarrollo mismo de los municipios. La urbanización de Bogotá ya está en Guaymaral.

Por todo esto repito hay que apoyar candidatos jóvenes, sensatos, pero con pensamiento integral, holístico y estratégico; no miope ni parroquial, cuya preparación y actualización intelectual, política, económica, ambiental y social les permite dialogar en igualdad de condiciones con los gobiernos distrital y nacional.

¿Quiénes de entre los alcaldes que han dirigido el desarrollo de este municipio y aspiran a repetir, han prestado la debida atención a estos problemas? Solamente la congestión vehicular y el problema de las PETAR enuncia que ninguno, ni de los alcaldes ni de sus colaboradores.

BUSQUEMOS EL CAMINO DE LA PAZ HONESTAMENTE

  Alberto Conde Vera Llega el final del año y con él un notorio incremento de la sensibilidad social en muchas personas. Tal vez, pienso...