viernes, 17 de noviembre de 2023

CAMINANTE NO HAY CAMINO...

 

CAMINANTE NO HAY CAMINO….

Alberto Conde Vera

Al observar los resultados electorales de Concejo y Alcaldía en Chía, vino a mí de repente el poema de Antonio Machado, el gran poeta que inspiró a los luchadores por la libertad en España.  ¿Por qué? Tal vez, porque desde hace mucho tiempo, veo a los políticos colombianos de todos los niveles y colores, (en especial a los de Chía), faltos de imaginación e inspiración. Por eso siento la indignación que produce el desprecio por los jóvenes y por el pensamiento futurista, entre quienes bajo el disfraz de líderes o promotores, simplemente aprovechan la ignorancia de un pueblo resignado, que se acostumbró a ver la política como la oportunidad de hacer negocios y a los políticos como malabaristas  de la palabra, sin vergüenza.

Por ejemplo, vemos a los “dirigentes” de los pequeños centros urbanos de la Sabana de Bogotá, eludiendo la posibilidad de la “Ciudad región”, pero llevando la expansión urbanística de sus municipios, hasta los límites con sus vecinos, incluida la ciudad capital de Colombia, pese a que esa es una manera de hacer realidad ese proyecto que tanto les molesta. Pero es que la expansión urbana es el gran negocio y es la exclusividad de este negocio lo que en realidad quieren preservar. Como siempre, en las relaciones de poder, este es un problema de estrategias. ¿Es conveniente, desde el punto de vista de las soluciones a los grandes problemas de la región, la integración? Decir si, no significa aceptar todo lo que  propone Bogotá, sino trazar las estrategias más eficientes para lograr el respeto a las regiones y para lograr también la forma de integración más conveniente para todos. Esta de la “Ciudad Región” es una estrategia, como muchas otras, lanzada por los políticos capitalinos, dentro de la relación de dominación que existe entre Bogotá y los municipios de la Sabana. Ciertamente, mantener esta relación de dominación es lo que desea la dirigencia de la ciudad capital; pero no es el rechazo absoluto a esa idea de la integración, la posición más conveniente para los pequeños municipios.  La contrapropuesta debería ser una relación en la cual se garantice que las partes estén en igualdad de condiciones; es decir, una relación de poder que implicaría un trabajo con los posibles aliados y no una posición  localista.

“Caminante son tus huellas el camino y nada más”. ¿Son acaso las huellas dejadas por anteriores gobernantes, el anuncio de nuevos puntos de llegada, de un nuevo destino, de nuevas formas de convivencia y de nuevas relaciones con la naturaleza, el medio ambiente y la región? Ciertamente no, puesto que no existe un proyecto guía de desarrollo urbano que incluya vías adecuadas y parqueaderos suficientes para atender el creciente flujo vehicular, -debido tanto al crecimiento empresarial en la región, como al desplazamiento de ejecutivos y de personas de los estratos 3 y 4 a las zonas residenciales de las pequeñas poblaciones que rodean a la capital colombiana. Pese al crecimiento del empleo y las finanzas públicas de los municipios, en lo local y en lo regional, sigue siendo la industria de la construcción. la líder, en relación con el empleo.  Tampoco genera esperanzas la resistencia a dejar espacios para la construcción de parques para el descanso, la contemplación del paisaje o simplemente para las conversaciones entre amigos y vecinos mientras se recibe el calor del sol.

Todo el poema de Machado, nos invita a caminar creando; a la innovación. Mas, vivir en comunidad es todo un arte que debemos aprender; porque la comunidad no es solamente un conglomerado de personas que se hacinan en un determinado territorio bajo los parámetros trazados por la concepción militarista en unos casos, anarquista en otros, de la urbanización en algunos  inversionistas interesados solamente en su propio lucro, con una visión miope, fragmentada y estática de la realidad local y nacional.

Y aquí he de anotar esa recortada y mezquina visión del poder según la cual los ejercicios de poder dependen exclusiva y fundamentalmente de los reglamentos, la ley, las sanciones y la vigilancia. Entonces, el sentido de convivencia, la necesidad experimentada por los más conscientes del apoyo mutuo, la colaboración espontánea y oportuna, la reeducación en la realización de los procesos de convivencia y el análisis crítico con el propósito de mejorar la inclusión y la colaboración, ¿Dónde quedan? ¿No son todos estos elementos de una auténtica relación de poder? O, ¿tal vez se prefiera su contraria, que es la relación de dominación?

Así las cosas, debemos preguntar qué motivó a los electores para no sólo cerrar el círculo de los posibles elegibles, sino para obstaculizar el paso a un buen grupo de jóvenes intelectualmente preparados en las academias colombianas, con los conceptos más avanzados en cuanto hace referencia a las relaciones de poder. ¿Será talvez la idea de pertenecer al grupo de los ganadores la causa de este extraño comportamiento? Absurdo modo de pensar este, puesto que el poder de decidir es propio de  los electores mismos, no del capital o la riqueza.

Si una persona decide morir ahorcada, ¿será culpable de su muerte, el árbol del cual se colgó? Seguramente todo aquel a quien se le haga esta pregunta responderá que no. Es lógico. ¿Cómo puede ser el medio escogido para ejecutar las decisiones el responsable de ellas? Las elecciones son un medio; deberíamos entonces pensar que somos nosotros, los que botamos, los únicos responsables de lo que pase. ¿Cómo entonces cambiar, si se apuesta igual que en las carreras de caballos al ganador?

La experiencia nos ha enseñado que apostar al ganador es equivocado, cuando se trata de la política. Cuando se elige se trata no del negocio, sino de proximidades en cuanto al sentido de vida, la convivencia y la ética. La administración pública no está para favorecer intereses particulares. tiene su finalidad que consiste en poner orden tanto en el crecimiento económico, (incluidos los procesos de expansión de las áreas urbanas), como de las demandas de la población en cuanto a vivienda, educación, salud, servicios públicos, empleo y seguridad; pero todo esto sometido a un plan integral de desarrollo que ayude a disminuir las profundas desigualdades des existentes. Por todo eso es tan importante la participación comunitaria.

El elector común dice preferir la experiencia a la juventud y basado en esta preferencia vota siempre por los mismos, o por aquellos que son recomendados por quienes son los responsables de la situación difícil que sufrimos en Chía. Parece que su guía fuese el retrógrado refrán que dice, “más vale malo conocido que bueno por conocer”. Hay en esta posición un gran error: Si la experiencia ha sido mala, qué aprendimos, de qué sirve tal experiencia. La experiencia es aprendizaje y transformación; de no ser así no tendrá sentido experimentar, porque no existe entonces la posibilidad de cambio personal y social.

La vida son procesos y aprendizajes que se derivan de ellos. Si nada aprendemos en tales procesos, la misma vida pierde todo sentido. ¿Cuál sería la forma de mejorar el aprendizaje político? Participando activa, crítica y constantemente en los procesos políticos y sociales. No existe otra forma. Pero debemos saber que los procesos políticos no son solamente electorales. En toda relación humana se presentan ejercicios de poder y estos son la esencia de la política, puesto que, en estos procesos desarrollamos, si los analizamos bien, la habilidad de construir estrategias para lograr nuestros objetivos y en esa medida aprendemos a ser políticos. El poder existe donde quiera que existan sujetos relacionados que intentan modificar o dirigir en un determinado sentido las acciones o el comportamiento de otros. Por eso es tan importante participar, por ejemplo, en juntas comunales, escolares, en los comités de servicios públicos, etcétera. Pero participar implica proponer, hacer y recibir crítica fundamentada,  orientadora y esclarecedora, en relación a los procesos que se están dando.

Es verdad que no siempre la juventud es garantía de pulcritud e innovación, porque los padrinazgos y la herencia política familiar también influyen poderosamente en la formación política de las juventudes. Sin embargo, también es cierto que la política se aprende o, en las academias (hoy existen Facultades de Politología), o en los partidos y en los grupos políticos cuando estos tienen escuelas de formación y cuando su estructura organizativa es permanente y participativa, -no solo electoral-.

Desgraciadamente los partidos en la actualidad, han perdido esas dos características fundamentales: formación y participación para sus militancias+. Es más, no hay militancia. Hay solamente electores y promotores electorales; incluso negociadores de votos. Ahora se trata especialmente de clubes de negocios. Esos son los partidos hoy en día. Son instrumentos para la apropiación y el direccionamiento de la inversión pública en favor de ciertos grupos o personas y, en no pocos casos, para cubrir actuaciones indebidas de algunos funcionarios.

Se hace camino al andar y al volver la vista atrás se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.” -Así nos dice el poeta de los luchadores españoles-. La pregunta es: ¿estamos viendo “la senda que nunca se ha de volver a pisar”? Y, por consiguiente, ¿Hemos trazado una nueva senda que nos llevará a destinos diferentes y novedosos? Tal vez, como he dicho en otros artículos, la facultad más importante de nuestra especie, es la de aprender de forma constructiva de nuestra experiencia personal y social. El desarrollo de un acertado sentido crítico, depende en mucho del desarrollo de esa particular forma de aprender de nuestra experiencia. Pero este aprendizaje no depende exclusivamente de nuestra experiencia práctica. El conocimiento acumulado, -repito: cuando tenemos capacidad crítica-, adquirido mediante el estudio y la investigación es también un fundamento esencial de este aprendizaje. Por eso es tan importante el estudio motivado por un interés temático, unos objetivos de vida y unas formas de relacionamiento interpersonal y colectivo; es decir, una ética de la vida. Eso es parte muy importante de la formación política y personal y es también lo que hemos olvidado bajo el influjo del valor supremo de estas sociedades modernas: el dinero. Por eso decía Silo, (fundador del Nuevo Humanismo), que los verdaderos valores que guían esta sociedad son el dinero, el prestigio, el sexo y el poder. Si miramos con un poco de detenimiento veremos que la creciente criminalidad en nuestro país gira sobre el eje de estos valores, propios de una ética oportunista y utilitarista, así como de la ambición y la cosificación del propio ser humano, que vale por lo que tiene y no por lo que es y sabe.

Y creo que también para Michel Foucault, (uno de los autores que más aprecio), la interrelación de dos de los valores mencionados por Silo: el sexo y el poder, fue tan importante en sus investigaciones que le permitieron afirma que el poder como cosa, como posesión, no existe. El poder son relaciones, no tiene una ubicación determinada porque el poder circula y es un ejercicio. El poder no se posee, se ejerce por los sujetos tal como son y no como desearían ser. El poder circula entre distintos actores, en cada relación en la cual participan. Así pues, cuando decidimos, tenemos como base, por un lado, las relaciones en las cuales estamos inmersos y, por otro, nuestra ética; es decir la forma como valoramos las situaciones y los hechos, como nos acercamos a los otros, como nos relacionamos con ellos. En un esfuerzo de   respeto y escucha activa, estamos en una relación de poder; más cuando estamos acostumbrados a las relaciones de dominación, toda consideración hacia el otro o los otros es imposible o al menos muy difícil.

Todo el poema de Machado es una invitación a romper con lo viejo, a despertar la imaginación, a la creación, a la búsqueda de nuevos horizontes y el llamado a un auto examen. Así nos lo dice desde el comienzo: “Caminante son tus huellas el camino y nada más”. Es lo que hemos hecho y cómo lo hicimos lo que cuenta al final. ¿Fuimos participantes proactivos, responsables; visionarios, o simples y obedientes gregarios? ¿Queremos seguir siendo eso, o deseamos convertirnos en inventores, guías y orientadores activos del proceso de transformación social?; “son tus huellas...” Es decir, cada uno marca, hace el camino, deja su huella, su impronta, si así lo desea, y puede decidir si ese rumbo es correcto o debe corregirse. Veamos; si viajamos en un autobús es porque deseamos ir a un sitio determinado y sabemos que ese autobús nos llevará a ese sitio. Nuestro bus es la sociedad a la cual pertenecemos y somos todos nosotros quienes decidimos su rumbo y su destino; no el chofer. Pero uno no se sube al bus después de que llegó al destino que deseaba. Eso sería absurdo. Define primero el punto de llegada y se asegura de que llegue bien y sin desviarse. Igual sucede con la sociedad; ese es el bus que abordamos desde el comienzo de nuestra vida. ¿Es el mejor para nosotros? Tal vez no. Pero podemos cambiarlo. Eso es lo que tenemos que conversar y acordar. Reunirnos para acordar el cambio, no para definir quién tiene la razón. Todo cambio requiere un proceso y todo proceso requiere etapas. Se desarrolla de lo simple a lo complejo y nunca en línea recta, sino con avances y retrocesos, enredos y desenredos. Se requiere paciencia, visión de futuro y una buena dosis de realismo para no seguir en la confusión. Como escribió Marx: “No es la conciencia del hombre la que determina su ser, sino el ser social lo que determina su consciencia.”

 

 

 

 

BUSQUEMOS EL CAMINO DE LA PAZ HONESTAMENTE

  Alberto Conde Vera Llega el final del año y con él un notorio incremento de la sensibilidad social en muchas personas. Tal vez, pienso...